La punta de la birome, antes de apoyarse sobre la hoja, proyecta una sombra concéntrica...¿Qué pasaría si nunca llegara a besar el renglón, inventando garabatos que pueden ser descifrados por los demás?
Existe un segundo previo al desastre, donde el tiempo se detiene y nada (o todo) sucede. Y existe una sumatoria de segundos donde el resto se sucede (o no) infinitamente para perdurar...
Antes de las huellas hubo quietud y vacío...¿o lo habrá luego de?.
La sombra se agranda cuanto más dudo y se empequeñece (hasta desaparecer) cuando dejo fluir mis ideas (asociaciones inconexas que, probablemente, sean comprendidas sólo por mí en el determinado instante que las impregno sobre la celulosa para existir...).
Decimos para no callar y callamos para no decir. Todo es lo que su opuesto no. Todo puede cambiar para no ser más lo que era, o puede permanecer inerte para jamás mutarse.
La sombra se agrandó demasiado, desapareció...Estas letras ni siquiera deberían de existir...
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